Durante cientos de años, los seres humanos han estado usando y amando el vidrio. Es un material extraordinario, creado al derretir arena u otros minerales a altas temperaturas antes de enfriarlos repentinamente. El vidrio no tiene una estructura regular, pero se puede moldear, colorear y decorar de muchas maneras para hacer cosas hermosas.
Duro, quebradizo, resistente a la intemperie y a la corrosión. Estas son solo algunas de las cosas que hacen que el vidrio sea duro como un clavo. Pero cuando se trata de utilidad, se lleva la palma. Por ejemplo, se puede utilizar el vidrio para transmitir la luz, reflejarla o incluso refractarla en función de su grosor o del tipo de superficie que tenga. Puede conducir el calor o la electricidad tan bien como aislarlos dependiendo de lo que se agregue. Y lo más importante: se puede templar o fortalecer calentándolo y enfriándolo.
Con todas estas propiedades combinadas, el vidrio se ha convertido en la herramienta perfecta para los arquitectos, que lo utilizan para fabricar ventanas, puertas, entre muchas otras cosas; artistas, que utilizan las vidrieras para crear hermosas obras como abalorios; los científicos, que utilizan termómetros, así como telescopios y microscopios; ingenieros, que los empaquetan dentro de bombillas y láseres; médicos, que fabrican jeringas con este material junto con tubos de ensayo.
Y desde el punto de vista medioambiental, ¡hay aún más razones para amar el vidrio!